El pavimento histórico cordobés

DSC01456-corregida El pavimento histórico cordobés

Pavimento de cantos rodados en patio cordobés

Quien visita el centro histórico de Córdoba normalmente se queda ensimismado con sus callejas. Las paredes blancas, las flores que llenan de color cada muro, el cielo de azul brillante, la torre campanario que aparece casi por sorpresa al volver cada esquina… pero muy pocos miran al suelo.

¿Cuántas personas han caminado por las callejas cordobesas? Serpenteantes, sin salida, irregulares… Muchas de ellas son herencia de nuestro pasado islámico, del urbanismo andalusí.

Parte del empedrado medieval cordobés es funcional todavía. Córdoba fue una de las primeras de las ciudades en tener un empedrado en la Edad Media, parte del cual se realizó durante la renovación del al Rasif o arrecife (un camino a lo largo del río) por Abd al Rahman II en torno ya hacia la mitad del siglo IX. Conforme la ciudad crecía, los pavimentos se extendían y según Ibn Hayyan en el 938 se pavimentó todo el camino que unía el Alcázar con al almunia (una de las casa de recreo de emir) de al Rambla, a las afueras de la ciudad.

Sin embargo, ¿qué sentido tiene que se pavimenten las calles? Caminar sobre pavimento es más cómodo que hacerlo por un camino de tierra, el cual se embarraría con las primeras gotas de lluvia, dificultando el tránsito tanto a personas como a animales. Además, es más limpio e higiénico, puesto que las aguas se escurren fácilmente y no se forman charcos o pozas.

De los siglos X y XI nos quedan vestigios de patios interiores pavimentados con cantos rodados en los arrabales de poniente, o incluso asfaltado de calles. Cerca del Hospital de Reina Sofía se encuentran restos de una vía principal con pequeños cantos rodados delimitados por losas de piedra calcarenita a modo de cuadrícula.

Enchinado-catedral El pavimento histórico cordobés

Enchinado del Patio de los Naranjos

El uso de dichos pavimentos llega hasta nuestros días. En los famosos patios cordobeses se utiliza este sistema por varias razones. Una es ornamental, pues se utilizan con frecuencia en su modalidad más llamativa, el enchinado cordobés, pequeños cantos rodados blancos y negros que trazan figuras geométricas u otras caprichosas composiciones.

Pero también hay una función práctica, puesto que este suelo impide la formación de charcos al regar, y al retener el agua durante más tiempo, permite refrescar el en ocasiones caluroso ambiente. Para esto último (refrescar) es importante la disposición de la piedra, que al estar de canto retiene más tiempo el agua.

La técnica del enchinado cordobés más usada era extender un lecho de arena en el que se ponía cal. Luego, con la ayuda de un mazo de madera se hincaban las chinas hasta la mitad de su altura. Se regaba la composición para que cal y arena fraguaran. Luego se rellenaban los espacios con arena, y a veces se le completaba con alpiste, para que sus raíces ayudaran a trabar aún más la mezcla.

En los años 50 y 60 del siglo pasado muchos de estos hermosos pavimentos desaparecen fruto de las reformas de la ciudad, que la adaptan al tráfico rodado, al ensanche de las calles y a la reparación de baches y socavones.

Sin embargo, a partir de la declaración del casco histórico de Córdoba como Patrimonio de la Humanidad se recomienda el recuperar las técnicas y materiales tradicionales, permitiéndonos volver a caminar sobre losa, empedrado y adoquín, y multiplicándose las composiciones de enchinado. Os recomendamos disfrutar de algunos tan hermosos como los que se tienden frente a la llamada “casa del indiano”, en la plaza Ángel de Torres nº4, el del patio de la Capilla de San Bartolomé, cuyos chinos abrazan caprichosamente las raíces de una esbelta palmera, o el del cercano “Zoco de los Artesanos”.

Si quiere conocer más secretos sobre el centro histórico de Córdoba (sin perdernos demasiado), no dude en contactarnos para una visita guiada que, de seguro, disfrutará.

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Chinos del pavimento histórico de Córdoba