Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón contrajeron matrimonio en el Palacio de los Vivero en Valladolid el 19 de Octubre de 1469 y tras esa unión ambos fueron conocidos como los “Reyes Católicos”, honor que les otorgó el recién nombrado Papa Alejandro VI en 1492.
Fueron unos de los gobernantes más influyentes en la Historia de España, tanto por sus conquistas territoriales, a través de las que consiguieron dominar el territorio que hoy en día forma nuestro país, como por la financiación de la expedición de Cristóbal Colón, etc.
Ambos fueron los monarcas de Castilla y de Aragón hasta la muerte de la Reina Isabel, tras lo cual el Reino de Castilla pasó a la hija de ambos Juana, apodada como la “Loca”.
Quién le iba a decir al Rey Alfonso XI de Castilla que de su relación con su favorita, Leonor de Guzmán, iba a surgir una nueva dinastía de monarcas, los Trastámara, iniciada por el vástago de ambos, el rey Enrique II, que gobernó tras acabar con su hermanastro, y legítimo heredero, Pedro I el Cruel. Y que más de un siglo después, dos de sus descendientes, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón, iban a ser unos de los reyes más influyentes de la Historia de España y que además a su llegada a Córdoba, se iban a alojar precisamente en el edificio que el Rey Alfonso XI terminó de construir en 1328, el conocido hoy en día como Alcázar de los Reyes Cristianos.
En aquella época la corte era itinerante y los monarcas iban viajando por sus dominios por diferentes motivos. Los Reyes Católicos, (RR.CC.), se trasladaron a la ciudad de Córdoba principalmente porque era un punto estratégico para la toma del Reino de Granada, último territorio bajo el dominio musulmán que quedaba en la Península Ibérica y que fue ganado en 1492.
Estos monarcas estuvieron casi 8 años en Córdoba donde nació su hija María la que luego sería reina de Portugal y entre otras cosas, también tuvieron una audiencia con Cristóbal Colón, marino genovés que necesitaba financiación para realizar una expedición con la que, según él aseguraba, iba a encontrar una ruta alternativa hacia las Indias. Los reyes finalmente creyeron en él y la expedición que partió desde el Puerto de Palos, en la provincia de Huelva, resultó que descubrió un nuevo mundo, América, en 1492.
El paso de ambos por la ciudad califal fue muy importante para los cordobeses y es por ello que además de datos históricos también perduren en la memoria otros de diferente índole sobretodo relacionados con la reina Isabel.
En referencia a estos últimos ocurrió uno que tuvo que ver con una costumbre de la monarca y es que a la reina le gustaba pasear por el adarve de las murallas del Alcázar, cosa que no pasó desapercibida para el pueblo y por ello acudían muchas personas, en su mayoría mujeres, a la explanada que en aquellos días había frente al edificio para ver si así tenían suerte y podían ver a la reina. El caso es que a ella no le gustaba absolutamente nada que ocurriera eso y un día se asomó entre las almenas y se dirigió a las mujeres preguntándoles que si no tenían nada que hacer en sus casas para pasarse allí tanto rato y ellas le contestaron que no y que el marido tiene como labor traer el pan al hogar. Esa respuesta general no agradó para nada a Isabel y por ello decretó la conocida como Ley de Holgazanas a través de la cual ninguna mujer cordobesa, si se quedaba viuda, podía heredar nada de su marido. Esta ley estuvo vigente sólo para Córdoba capital, es por ello que las cordobesas que podían se casaban en los pueblos de alrededor. Finalmente la ley se abolió siglos después por la intervención de un señor cordobés que gracias a su trabajo y el de su mujer pasó de ser una persona humilde, a tener una considerable fortuna y veía injusto que si él llegase a faltar, el dinero pasara a sus hijos en vez de a su mujer que era la que realmente había trabajado. Viendo justo el caso, el rey Carlos IV abolió la ley y a partir de entonces las cordobesas si se quedan viudas heredan de sus maridos.
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