PALACIO DE VIANA
El Palacio de Viana es uno de los espacios con más atractivo de la ciudad de Córdoba fuera del casco histórico.
La visita se puede dividir en dos secciones: la visita al interior y la visita a los patios. La primera, la hace el personal del Palacio, mientras que la segunda es la ocasión perfecta para abordar un tema fundamental en el ámbito actual del turismo: el postureo. Según la RAE, es una actitud artificiosa e impostada que se adopta por conveniencia o presunción.
Pero… ¿por qué hablamos de postureo si habíamos empezado a hablar del Palacio de Viana? Es verdad que un palacio cuyo origen es el siglo XVI y algo tan actual como el postureo parecen no tener relación pero sí que la tienen. Además, lanzamos un dato curioso: el postureo es algo más antiguo de lo que parece solo que antes se practicaba de forma distinta.
Por ejemplo, el patio al que accedemos después de la taquilla se conocería como patio de recibo. Una de las pequeñas curiosidades es que en ese patio falta una de las columnas, justo la de una de las esquinas. ¿Y por qué?
A ese patio era al que accedían los transportes de aquellas personas que visitaban el palacio y así se facilitaba el acceso, pero también la falta de esta columna tenía otra función. La puerta del palacio permanecía abierta durante el día para que así la gente pudiera ver un poco del palacio cuando pasaba por allí. ¿Cómo tendríais vuestra casa si una ventana estuviera abierta y la gente la pudiera mirar desde fuera? ¿Cuánta distancia hay entre eso y retocar la foto de perfil de una red social?
El otro gran espacio en el que el postureo es clave para entender la distribución es en el patio de las rejas. En este patio, siempre que la estación lo permita, suele estar decorado con una planta llamada cineraria.
Realmente no llama mucho la atención, se parece a una margarita pero con más colores. Pues resulta que las hermanas de Julio Romero de Torres se iban pavoneando por la ciudad de Córdoba diciendo que ellas eran las únicas que podían criarlas frondosas y preciosas.
Eso fue hasta que un día, la Marquesa de Viana decidió que iba a criarlas también en el invernadero que tenía y exponerlas solo en el patio de las rejas para que todo el mundo las viera y supiera que las hermanas de Romero de Torres no eran las únicas capaces de hacerlo.