Ibn Firnás: El hombre que quería volar

El califato omeya cordobés se caracterizó por el valor que se le daba a la cultura, a la ciencia, las artes, etc. Y por supuesto por la difusión del saber. Es por ello que de Al Ándalus surgieron personajes importantísimos, grandes mentes que se nutrían de todo ese saber para enriquecerse, investigar y saciar las curiosidades que pudieran tener.

Entre estos sabios e investigadores encontramos a Abbas Ibn Firnás, el hombre que quiso volar. Había nacido en Ronda (Málaga) o en sus cercanías, probablemente en el año 810. Como hombre curioso sediento de conocimiento fue a Córdoba, que era la capital de Al Ándalus, foco del saber de Occidente, para allí poder desarrollar sus experimentos e investigaciones. Fue un gran científico y puso en práctica sus conocimientos en física, química y astronomía, de ahí que desarrollara varios inventos, como por ejemplo un reloj de agua que dejó maravillada a la corte del emir Abderramán II.

También destacó como filósofo y estudioso de la poesía, lo que le llevó a ser profesor en esta disciplina. Pero hoy en día si por algo es reconocido es por ser considerado  precursor de la aeronáutica y por ser el primer hombre del que se tiene constancia que voló.

Parece quela viejo sueño de volar fue una inquietud temprana en nuestro personaje: él quería volar y para ello estuvo investigando y estudiando a las aves. Según se dice realizó dos intentos. El primero de ellos fue alrededor del año 872 y utilizó una gran tela a modo de capa y según se dice se lanzó desde la torre alminar de la mezquita aljama de Córdoba. El intento no resultó como él esperaba y al parecer cayó de forma brusca lastimándose las dos piernas. Hay quien quiere ver en este intento el invento de una especie de paracaídas, ya que no cayó a plomo y no falleció. Además dicho evento contó con numerosos testigos, pues según se cuenta, hubo una multitud congregada asistiendo al evento.

Pero Ibn Firnás no cejó en su empeño y continuó investigando para tiempo después realizar el segundo intento. En esta ocasión inventó un artilugio, en concreto una estructura de madera cubierta por una tela de seda que sería como una especie de ala delta primitiva y en el año 875 se lanzó desde una torre en la sierra de Córdoba, se dice que cerca de la Arruzafa, lugar donde tenían una residencia los gobernantes, y en esta ocasión consiguió planear. No se sabe cuánto tiempo estuvo en el aire exactamente, hay quien habla de pocos segundos y otros afirman que fueron minutos, sea como fuere tuvo éxito y logró volar. Se cuenta que al caer se lastimó un poco la espalda, pero sería algo mínimo ante la gran hazaña conseguida. También se dió cuenta de que tuvo un error y que debió añadir a su artefacto una cola a modo de timón que le hubiese ayudado en su “aventura”.

Falleció unos años después en el 887 dejando el legado de su hazaña en la historia.

Como conmemoración de este hecho en Córdoba se le ha dedicado un puente, el Puente de Ibn Firnás realizado en una estructura que simula en el centro a este hombre con unas alas desplegadas.

Cerca del aeropuerto de Bagad (Irak), el cual lleva su nombre, se ha erigido una escultura en su honor para que no se olvide la hazaña que este señor realizó.
Pero el lugar más curioso e inaudito que lleva su nombre, es un cráter en la Luna, honor enorme que se le ha concedido a Ibn Firnás ese señor que a pesar de su edad y de su primer fracaso, siguió intentando conseguir su objetivo para finalmente lograr el éxito. Sin duda un ejemplo a seguir.